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No lo voy a negar, siempre me gustó la publicidad, especialmente en forma de anuncios televisivos que, a veces, son verdaderas producciones cinematográficas.
En todas las escuelas de negocio se enseña que los anuncios nos son buenos por su creatividad, por los presupuestos invertidos, por la belleza de los personajes o el pelotazo musical de turno, sino por conseguir transmitir el mensaje que la empresa anunciante quiere y sobre todo por que ese mensaje provoque la “acción” de a quien va dirigido. La rubia que aparece en el anuncio de la cerveza puede ser espectacular, pero si no hace que levante mi trasero del sofá y baje al supermercado a comprar unas cervecitas, no sirve para nada y es dinero de publicidad tirado a la basura. No provoca la acción y lo peor de todo, será recordado, no como el anuncio de la cerveza XXX, sino como “el anuncio de la rubia espectacular”.
Ayer una marca se atrevió a lo que ninguna marca o enseña se ha atrevido todavía en el entorno de crisis que nos rodea. No pidió consumir un producto, ni cambiar una marca por otra, ni nos ofreció un 3x2. Tampoco nos pidió nuestros ahorros, ni que nos sintiéramos los amos de la carretera conduciendo un coche. Nada de cuotas gratis si contratábamos antes de una fecha, ni de menús super ahorro. No buscó dentro de nuestras carteras o monederos. Buscó mas adentro aún para llegar incluso a ponernos los vellos de punta y pedirnos simple y llanamente que fuéramos felices.
No solo se es un gigante por tener cifras millonarias. Si a alguien le interesa: http://www.destapalafelicidad.es/
En todas las escuelas de negocio se enseña que los anuncios nos son buenos por su creatividad, por los presupuestos invertidos, por la belleza de los personajes o el pelotazo musical de turno, sino por conseguir transmitir el mensaje que la empresa anunciante quiere y sobre todo por que ese mensaje provoque la “acción” de a quien va dirigido. La rubia que aparece en el anuncio de la cerveza puede ser espectacular, pero si no hace que levante mi trasero del sofá y baje al supermercado a comprar unas cervecitas, no sirve para nada y es dinero de publicidad tirado a la basura. No provoca la acción y lo peor de todo, será recordado, no como el anuncio de la cerveza XXX, sino como “el anuncio de la rubia espectacular”.
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